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Entrevista Clara Muela Molina

Clara Muela Molina es Doctora en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad Complutense de Madrid. Ha dedicado la mayor parte de su carrera profesional a la investigación y la docencia. Ha publicado cinco libros como “La publicidad radiofónica en España”, un referente del ámbito. Ha colaborado en varias investigaciones competitivas y es investigadora principal de dos I+D+i nacionales. Los resultados de sus trabajos han sido publicados en revistas indexadas en las principales bases de datos como JCR y Scopus y es evaluadora externa para las revistas científicas de comunicación más importantes.
Ha impartido numerosas conferencias, participado en congresos y seminarios tanto en España como en el extranjero y desde su creación, forma parte del grupo de investigación de excelencia methaodos.org de la Universidad Rey Juan Carlos del que también es investigadora principal. Asimismo, es miembro de GREG (Groupe de Recherches et d'études sur la radio) un grupo internacional especializado en radio con sede en Francia, miembro asociado de GALA (Global Advertising Lawyers Alliance) y colaboradora de FAR (Foundation for Advertising Research).
Su gran último logro será convertirse, en breve, en la primera Catedrática de Publicidad de la URJC.

La profesión de publicista en sus inicios era mayoritariamente masculina. Para nuestra generación esto está cambiando, pero imaginamos que cuando decidiste dedicarte a ella la situación era diferente ¿Qué hizo que te decantases por la publicidad? ¿fue vocacional y desde un principio quisiste dedicarte a ello o fue la profesión la que acabó encontrándote a ti?
Un poco las dos cosas. Mis padres querían que estudiara derecho, como la mayoría de las “niñas bien”, en Ciudad Real y así volver en el día al domicilio familiar en Valdepeñas. Pero yo quería salir del pueblo donde, a finales de los 80 cuando inicié los estudios universitarios, la mentalidad era todavía bastante retrógrada y a las jóvenes y adolescentes, por lo general, nos ataban corto mediante un rígido control parental. El principal motivo para elegir publicidad era que tenía que venir a Madrid para estudiar esa carrera. Además, me llamaba mucho la atención porque creí que podría desarrollar en ella mi potencial creativo y volcar mis inquietudes artísticas y literarias que por entonces tenía. Pero una vez allí, me atrapó, me enamoré de una profesión apasionante y complicada donde las haya. Y muy difícil. Aunque mucha gente, en general ignorante, se crea que “para hacer anuncios” cualquiera vale.


Creemos que tener a personas cerca que han conseguido metas parecidas a las nuestras, en las que fijarnos y a las que admirar, puede ser un elemento motivador a la hora de enfrentarnos a nuestros desafíos profesionales. ¿A lo largo de tu formación académica tuviste algún referente femenino en la profesión? ¿Y fuera de la profesión?
En la profesión tuve dos referentes. Uno académico. Mi profesora de Creatividad Publicitaria. En la presentación de la asignatura, con sus palabras me despertó la vocación latente que tenía por la investigación y de su mano me inicié como docente en esta materia. Otro, en el ámbito de la publicidad. En aquella época Isabel Yanguas era un raro referente femenino del sector, de las pocas mujeres que alcanzaron el merecido reconocimiento y el lugar que le correspondía en el Olimpo de la creatividad publicitaria. Ya os digo que ella, mejor que yo, merecería esta entrevista. Y fuera de la profesión, la verdad es que no tuve referentes como tal. Pero admiraba mucho a Alaska. Primero, porque provenía de la música, que siempre me ha apasionado. Y la envidiaba porque ella vivía en primera línea la movida madrileña que tanto me hubiera gustado conocer y experimentar en primera persona. Me identificaba mucho con sus canciones y me gustaba su personalidad trasgresora, tan segura de sí misma siempre, un estilo propio a la hora de expresar ideas muy claras con un discurso directo. En suma, seguía sus logros profesionales, éxito y liderazgo en el grupo.

En referencia a tu desarrollo profesional presentas una experiencia muy amplia en el ámbito de la investigación. A día de hoy, todavía suenan más en el aula nombres de investigadores que de investigadoras ¿Crees que estamos cerca de cambiar esta realidad?
Pienso que sí, pero poco a poco. El problema de la investigación en comunicación y, en particular, en publicidad es que muy poca gente opta por esta carrera. La mayoría de los estudiantes lo que desean al finalizar la universidad es ejercer la profesión y vivir de ella, lo que bien pensado es muy lógico. Son muy pocos los que optan por el doctorado y por desarrollar una trayectoria académica y científica. Y lo entiendo, porque te tiene que gustar mucho para dedicarte a un trabajo que tiene poca visibilidad y escaso reconocimiento en todos los sentidos, incluso económico. Aquí no investigamos para descubrir vacunas o salvar vidas. Nuestros trabajos científicos tienen poca trascendencia y beneficio social, incluso la relativa a la comunicación aplicada.


¿Has vivido algún momento a lo largo de tu carrera en el que se hiciese realmente patente la desigualdad entre mujeres y hombres? De ser así ¿Crees que esa situación ha cambiado desde entonces?
¡Puf, muchos, muchísimos…! Desde luego, más de lo deseable. Por desgracia, en la universidad, como ocurre en tantos otros ámbitos, todavía predomina el machismo. Sí que ha cambiado, pero no en la misma proporción y velocidad que exigen la masiva incorporación a ella de la mujer.

Tu carrera está muy centrada en el ámbito académico ¿En qué momento decidiste que tenías que seguir formando parte de la universidad?
Desde el momento en que me senté en un aula universitaria como alumna y decidí que quería ser profesora para evitar hacer lo que no me gustaba de mis profesores. Además, siempre fui muy reivindicativa en la mejora de los planes de estudio de publicidad. Desde que era alumna ya me movilizaba para potenciar unas prácticas que por aquel entonces en la Complutense eran casi una entelequia. Y ese siempre ha sido mi leit motiv. De hecho, participé en la implementación del plan Bolonia y en las revisiones de los planes de estudios de Publicidad y Relaciones Públicas aquí en la URJC.

¿Qué te aporta la docencia personalmente?
Mucho. Me exige estar al día de la profesión y de lo que pasa en el mundo. Pero, sobre todo, el contacto con los alumnos. Por eso lo estoy pasando especialmente mal con la pandemia por tener que relacionarme con ellos solo a través de una fría e impersonal pantalla de ordenador. Los docentes nos encontramos con que las sucesivas promociones de estudiantes siempre tienen la misma edad, lo que nos permite vampirizarles juventud y parte de su energía. La docencia nos exige ponernos en su lugar, entender sus inquietudes y problemas. Pero, sobre todo, ayudarles a canalizar y desarrollar su potencial e intentar orientarles cuando lo necesiten. Yo aprendo mucho de ellos. Y gratifica muchísimo cuando, aunque solo sea en el 1% de los casos, les influyes para bien. Sobre todo, si les dejas alguna huella y consigues que te recuerden con agrado y hasta cierta nostalgia en su futuro profesional.


Tu último logro conseguido es el de la Cátedra de Publicidad. Enhorabuena por ello. Imaginamos que no ha sido un proceso sencillo. ¿El obtener la Cátedra ha sido una meta que has tenido siempre en mente?
Bueno, para ser precisa, si existe un logro o mérito reseñable me quedaría con el de ser la primera profesora de Publicidad y Relaciones públicas de la URJC acreditada a cátedra. Y, si todo sigue su proceso natural, en breve espero ser la primera catedrática de Publicidad de la URJC. Gracias por las felicitaciones anticipadas. Y sí, ha sido un proceso duro y muy largo. Pero no lo he tenido nunca en mente. Mi aspiración era ser profesora titular y estabilizar mi puesto de trabajo. Pero fueron dos personas quienes me animaron a intentarlo porque creyeron en mis posibilidades, incluso mucho más que yo. Me refiero a mi compañero de departamento, Salvador Perelló, que me apoyó y ayudó desde el primer momento en que nos conocimos en un grupo de trabajo de la facultad, y mi marido.


¿Consideras que desde tu posición de catedrática vas a tener más influencia en la universidad y en la investigación en lo que a igualdad de género se refiere?
Eso espero. Pero quiero ser realista: no más influencia en la universidad, sino que me conformaría con alcanzarla en nuestra Facultad de Ciencias de la Comunicación. Publicidad y Relaciones públicas siempre ha estado muy infravalorada en todos los sentidos. Incluso diría que maltratada. De hecho, hay tres catedráticos de Comunicación Audiovisual, cuatro de Periodismo y ninguno de Publicidad o Relaciones Públicas. En breve habrá una. Y espero que pronto seremos más. Y por lo que lucharé, como siempre lo he hecho, es por defender el sitio que le corresponde a la Publicidad y las Relaciones públicas en el ámbito de la Comunicación en la URJC, pero ya desde una mejor posición.
Respecto a la igualdad de género en la investigación, no creo en las cuotas por imposición legal; creo en el talento independientemente de las consideraciones de sexo. El problema en comunicación y, sobre todo, en publicidad es que muy pocas mujeres deciden dedicarse a la investigación. Por tanto, siempre estaremos en una posición de inferioridad cuantitativa, que no cualitativa.


Cada vez somos más mujeres las que decidimos estudiar grados del ámbito de la comunicación ¿cómo has vivido este cambio en tu experiencia como docente? ¿has notado diferencias en el aula (en la dinámica de aprendizaje, en las inquietudes que se proyectan, en el nivel de exigencia, etcétera).
Las mujeres siempre hemos sido mayoría en el aula. Pero lo que he notado en los últimos años es que esa mayoría cada vez es más grande. Y también que son las estudiantes quienes con más frecuencia toman iniciativas y van cogiendo la delantera a la hora de tener ideas, emprender proyectos y desarrollar inquietudes. Para muestra ahí está “Ilusionistas”, un proyecto integrado por 11 mujeres y un hombre que a mí me enorgullece especialmente. Sin embargo, mientras que en los años de universidad son las mujeres quienes destacan y toman la delantera, ese protagonismo no se mantiene una vez que dan el salto al ámbito profesional o al académico.

¿Qué consejo darías a las estudiantes que quieren dedicarse al mundo de la publicidad?
Que no repriman sus inquietudes ni ganas de hacer cosas. Tenéis la energía de la juventud para no parar ni un momento de pensar y crear. No perdáis jamás la curiosidad por aprender. No evitéis los problemas; al contrario, enfrentaos siempre a ellos con valentía porque se aprende mucho más de los errores. Pero si tuviera que sintetizar en una máxima sería: ¡búscate la vida! Y un mandamiento: ¡disfrutarás del apasionante mundo de la publicidad todos los días de tu vida!

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